El proyecto Arrels es seguramente una de las iniciativas más prometedoras que he visto últimamente en términos de consumo responsable.
Más que una plataforma digital que conecta directamente a consumidores y productores, como « La colmena que dice sí », este proyecto me parece ejemplar por tres razones principales:
“Arrels” en catalán significa raíces. Y si este proyecto del “mundo de después” tuviera una sola causa que defender, sería esta: poner fuera de juego a esta revolución verde que tanto nos ha desconectado de nuestras raíces, de la realidad del mundo campesino, del ritmo de las estaciones, de nuestro saber hacer y de nuestras semillas más autóctonas (altamente resumido).
Una oda a la proximidad
En el centro de su propuesta, Arrels hace de la proximidad su bandera. El consumidor conocerá la ubicación de los productores para comprar lo más cercano posible, y toda la oferta, hasta la fecha 250 productores colaboradores, estará ubicada en Cataluña.
“En sólo 50 años, el peso de los productos locales en nuestros hogares se ha reducido del 80% al 15% y sólo 6 empresas controlan el 50% de la distribución de alimentos en todo el estado”.
La matriz del proyecto también está directamente vinculada al apoyo de los pequeños productores catalanes, a través de un precio justo que les garantice unas condiciones de vida dignas. Así, la política de precios anunciada no es otra que la decidida por los propios productores.
Una comunidad de ciudadano(a)s
La ambición es reunir una gran red de consumidores y productores, sin intermediarios. El proyecto, sin fines de lucro, tiene como objetivo unir y promover intercambios para que los participantes (miembros) puedan decidir por sí mismos qué quieren comer y producir. No hace falta recordar que cualquier decisión de compra tiene obviamente consecuencias sociales y ambientales directas en el territorio.
Sin embargo, el proyecto no forma parte de un enfoque colaborativo como ¿Quién es el jefe?. Los miembros no participan en la elección de los productos ofrecidos, aunque se asume que el equipo de Arrels escuchará a su comunidad.
El otro ángulo determinante del proyecto es la lucha contra las grandes corporaciones. Esta reivindicación más comprometida trae, en mi opinión, un sustrato interesante y saludable, ya que pone en evidencia los excesos de un sistema agroalimentario mundial muy desigual. Gestionado por unas pocas grandes multinacionales y demasiado dependiente de las importaciones y exportaciones, nuestro sistema necesita RElocalizar la economía y facilitar el comercio para las miles de pymes y autónomos que son el verdadero adobo de nuestras comunidades. En términos de comunicación, estoy convencido de que este ángulo también representa una oportunidad real para unir a las personas, crear un espíritu comunitario.
Una red de medios (para montar la crema chantilly)
- Un blog, una revista trimestral y una de radio para informar y concienciar
- La implicación de una red de medios de comunicación ya bien establecidos en la región
- El apoyo de personalidades de diversa procedencia: desde la música (Lluís Llach), pasando por el deporte de alto nivel (Kilian Jornet) y la cocina de renombre internacional (Carme Ruscalleda).
